El islamizado Real Madrid de Ozil, Benzema y compañía se toma el fútbol como una guerra santa. Después de la goleada que les endosó el Barcelona, los «blancos» [por la camiseta, porque es un equipo lleno de moros, negros y sudacas] se han pretendido poner las pilas, y envalentonados contra nadie se disponen a lapidar al contrario, como si se tratase de una mujer adúltera cualquiera. Así lo hemos vivido hoy en el partido frente al Atlético de Madrid; ese equipo de segundones, fracasados y putamierdas.