domingo, 22 de marzo de 2009

Agua a secas, Sidra vasca, Impuesto de mujer boba

Hoy tuvimos varias noticias destacables que vale la pena analizar.

La primera, que fue el «día mundial del agua». Se celebró por todo lo alto en todo el mundo, como viene siendo habitual, con tambores y fanfarrias. Y como también viene siendo habitual, unas imágenes de África para recordarnos que por culpa nuestra, de los que estábamos viendo la tele en ese momento y de nuestros antepasados y amigos, los africanos no tienen agua como nosotros. Espero que para próximos «días mundiales» de cualquier otra cosa nos pongan un teléfono de esos para enviar un sms y salvar a un negrito.

También fue noticia, cómo no, el tinglado que se tienen montado los vascos con su sidra. Vamos a ver. No es obligatorio hablar todos los días de ellos, nos produce empacho. Hemos nacido, crecido y moriremos sabiendo que la Eta es lo más famoso de Vascongadas, y es suficiente como para no querer saber más. Y si no hay atentados, no nos cuenten su vida porque no nos interesa.
¿Acaso tenemos que tragar obligatoriamente con una cuota vasca de telebasura? Pienso que el darles minutos para «engancharnos» con su alcohólica subcultura y tradición obedece a la famosa estrategia de los años 80 para tenerles distraídos y «mansos» embobándoles con «tele» o fútbol.

Por último, comentaré la noticia más esperada por todos. El gobierno piensa preparar un impuesto similar al de las bebidas alcohólicas y el tabaco, para las españolas que se casen con musulmanes. Se pretende con ello sufragar parte de los gastos que estos «matrimonios» ocasionan al estado. Debido a la costumbre de ellos de secuestrar a sus hijas y llevarlas al país de sus antepasados para venderlas o apañarles una boda de esas de las suyas y sacar un dinero, hay que aumentar la plantilla de nuestros cuerpos diplomáticos, y eso lo tendrán que pagar ellas, por aventureras.

Mujer, no te cases con un moro, a no ser que quieras escribir un libro tipo «No sin mi hija» o «Las otras 16 mujeres de mi marido musulmán me lapidaron y quedé así»

Les deseo todo lo malo del «efecto 2000».

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