lunes, 26 de julio de 2010

Aventuras para cándidos en ambiente Al Qaediano.

Atractivos muy tentadores, invitan a hacer de buen samaritano para los cafres.

No sabemos si es por el efecto de la telebasura, o si esta moda ya venía de antes, pero son demasiados los iluminados que van a hacer de «Maria Teresa de Calcuta» al tercer mundo. Su negligencia obliga a otros (iluminados, pero de otra forma) a tener que hacer de «Rambo» con finales impredecibles; como hemos visto en repetidas ocasiones y ahora, según el gobierno galo, también con el francés Michel Germaneau.

Por lo que parece, estos oenegeros se creen que van a «La isla de los famosos» o a «Supervivientes», y no caen en la cuenta de que donde ellos van, los salvajes no son los figurantes de un espectáculo televisado, sino que son lo que aparentan. Es decir, gentuza para quienes la vida no vale nada, y por eso responsables de que aquellos países sean una mierda.

El coste de sus operaciones de rescate, independientemente del final que tengan, debería salir de los bolsillos de estos aventureros quienes, curiosamente y según fuentes fiables, en sus cautiverios no llegan a desarrollar el síndrome de Estocolmo porque tan de cerca, los salvajes les dan asco.

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