El Rafita es una de esas personas que si no existieran, habría que inventarlas. Su enorme capacidad de superación le permite vivir bien sin necesidad de ocupar ese humillante puesto de mecánico en un taller que alguien le había propuesto como premio por una vida ejemplar. El trabajo de mecánico era a jornada completa, pero a él le pareció muy poca cosa el salario, pues ya hemos dicho que es capaz de sustentarse por su cuenta. De este modo consigue generar riqueza por dos vías. Una dirigida hacia su persona, como resultado de sus delitos (como es una víctima del sistema, se le perdonan) y la otra, dirigida hacia la colectividad, es mediante su generosa cesión del mentado puesto de mecánico a quien quiera desempeñarlo; borrando así a una persona de la lista del paro.
Como era de esperar, tan noble comportamiento no ha pasado desapercibido en ninguna de las capas de nuestra sociedad, desde los estratos más innobles hasta nuestros próceres. Y según nos confesó un exparlamentario entrevistado, aunque a micrófono cerrado, tras el nombramiento como asesor del ministerio, todos los jueces y políticos con hijas en edad de merecer (un calambrazo) ya se lo están rifando como yerno. Esperemos que el encuentro entre el Rafita y las hijas de sus admiradores se produzca pronto, pues no sólo el vulgo tiene derecho a disfrutar de su compañía.
Como era de esperar, tan noble comportamiento no ha pasado desapercibido en ninguna de las capas de nuestra sociedad, desde los estratos más innobles hasta nuestros próceres. Y según nos confesó un exparlamentario entrevistado, aunque a micrófono cerrado, tras el nombramiento como asesor del ministerio, todos los jueces y políticos con hijas en edad de merecer (un calambrazo) ya se lo están rifando como yerno. Esperemos que el encuentro entre el Rafita y las hijas de sus admiradores se produzca pronto, pues no sólo el vulgo tiene derecho a disfrutar de su compañía.
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