Querido amigo.
La última vez que te ví me hablaste de tus ganas de viajar al lejano continente, y yo no te hice caso. Pensaba que era una broma, o el efecto pasajero del alcohol que habías tomado. Como veo que insistes intentaré sacarte de la cabeza la idea de ir de pocholeo por el tercer mundo.
No hay seguridad. Puede pillarte de rebote un atentado terrorista, un golpe de estado, una invasión, una guerra... Mucho más fácil será topar con los delincuentes locales, atracadores, secuestradores, asesinos, violadores... Los policías en vez de lanza y machete tienen pistola. Y eso les permite atracarte en la misma comisaría directamente, o bien implicarte en algún asunto que no va contigo, para llevarte a perpetuidad (o hasta que el gobierno de España pague tu rescate) a una cárcel acusado de narcotráfico o cualquier otro delito.
Por otra parte, no te va a gustar la comida, hay enfermedades muy malas, y no hay hospitales decentes, como los de aquí. Tropezarás con ratas por la calle, alimañas y serpientes, insectos, batracios y plantas venenosas. Además no vas a entender sus costumbres, una mezcla de extravagancia involuntaria y miseria.
Si no quieres acabar en el plato de un príncipe, esparcido por una montaña, disecado, arrastrado por un sunami, secuestrado por una tribu... ¿Sigo? Entonces busca otros destinos.
Como te pregunté el otro día, ¿conoces Logroño? Es un sitio mucho más cercano, donde te vas a encontrar con gente que habla tu idioma, y todo te va a resultar más familiar. Si quieres divertirte, además de monumentos también puedes visitar las famosas bodegas de vino antes de ir a los cabaréts. Y lo mejor, si ocurre alguna desgracia o si te aburres puedes estar en tu casa en pocas horas.
¡Y el año que viene a Cuenca!
De nada.
La última vez que te ví me hablaste de tus ganas de viajar al lejano continente, y yo no te hice caso. Pensaba que era una broma, o el efecto pasajero del alcohol que habías tomado. Como veo que insistes intentaré sacarte de la cabeza la idea de ir de pocholeo por el tercer mundo.
No hay seguridad. Puede pillarte de rebote un atentado terrorista, un golpe de estado, una invasión, una guerra... Mucho más fácil será topar con los delincuentes locales, atracadores, secuestradores, asesinos, violadores... Los policías en vez de lanza y machete tienen pistola. Y eso les permite atracarte en la misma comisaría directamente, o bien implicarte en algún asunto que no va contigo, para llevarte a perpetuidad (o hasta que el gobierno de España pague tu rescate) a una cárcel acusado de narcotráfico o cualquier otro delito.
Por otra parte, no te va a gustar la comida, hay enfermedades muy malas, y no hay hospitales decentes, como los de aquí. Tropezarás con ratas por la calle, alimañas y serpientes, insectos, batracios y plantas venenosas. Además no vas a entender sus costumbres, una mezcla de extravagancia involuntaria y miseria.
Si no quieres acabar en el plato de un príncipe, esparcido por una montaña, disecado, arrastrado por un sunami, secuestrado por una tribu... ¿Sigo? Entonces busca otros destinos.
Como te pregunté el otro día, ¿conoces Logroño? Es un sitio mucho más cercano, donde te vas a encontrar con gente que habla tu idioma, y todo te va a resultar más familiar. Si quieres divertirte, además de monumentos también puedes visitar las famosas bodegas de vino antes de ir a los cabaréts. Y lo mejor, si ocurre alguna desgracia o si te aburres puedes estar en tu casa en pocas horas.
¡Y el año que viene a Cuenca!
De nada.